23 noviembre 2006

La Copa


El brillo de tu cristal refleja las esperanzas depositadas. Tu esbelta y circular figura se acopla a mi mano al unísono sumiéndome en un frenesí de pensamientos. Tú eres dulce, amarga, ácida, picante, salada, agria, fuerte y suave. Eres las noches en vela y la noche en el día. Caliente o fría sacas de la gente sus más oscuras fantasías y cuando empiezas a nublar mi raciocinio me doy cuenta que estoy perdido. Levitando por tu suspiro embriagado no me doy cuenta de las penalidades que mi alrededor suceden.
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Poco a poco mis sentidos desaparecen en un caos incontrolable, el tiempo se nubla con la vista y la coherencia cosquillea junto con el tacto. Cualquier ruido hace melodía en mi cerebro y los sentimientos afloran sin orden ni sentido alguno.
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La coordinación de mis palabras se notan afectadas por tu cuerpo en mi garganta. La lengua juguetona se adormece extasiada pensando que la noche es larga. Cuando amanezco vuelvo a la mundanal vida de mi vida y con los efectos nocivos de tu peculiar veneno.

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