El ventilador mece el aire, un soplo de aire se desliza por mi espalda. La piel consigue una bocanada de aire fresco, algo que sabe a poco. El ardor de mi piel se apodera nuevamente de todo mi cuerpo. El sueño no me da el respiro que busco, la razón se debate semidesnuda y bañada en agua salada.
La mente empezar a colapsarse y aparecen palabras inconexas, sin verbos ni adjetivos sintaxisdesvanece necesitaraguabeboalivio... Recupero mis facultades y poco a poco la coherencia vuelve a mi mente que nada en las aguas de un oasis en mitad de un desierto.
Siento mi cuerpo húmedo, lleno de energía. Lamentablemente el pequeño charco se hace más pequeño a cada instante y decido salir antes de que la tierra que piso con la punta de mis pies se convierta en barro. El sol me contempla desde lo alto y haciendo reverencia no puedo devolverle la mirada.
Sin compasión el sol seca y broncea mi cuerpo, hasta que finalmente opto por buscar cobijo en la sombra de la palmera, es en ese momento y sin previo aviso cuando apareces tú.
Descaradamente una tela te protege de mi mirada, aunque no consigue esconder tu resuelta silueta. Lenta y decididamente te acercas a mí, tus manos se adelantan y se dirigen a mi rostro no sin antes dejar una ardiente caricia en mis pechos. Tus tiernos dedos recorren mis facciones y cuando cierro los ojos tus labios agitan los míos con ardiente deseo.
Siento tu piel completamente desnuda y no consigo recordar que pasó con tu olvidada tela. Finalmente mis brazos se deciden a acercarte más a mí y aún acalorándose mi cuerpo, mi mente necesita la droga que solo tú puedes otorgarle. Mi sudor se mezcla con el tuyo y siento deslizarse mis manos sobre tu espalda desnuda. Tus besos son constantes y sin tregua para el respiro nuestros cuerpos se sienten pegados, atraídos el uno por el otro en un baño de pasión incontrolable. Tus piernas me empujan y me apuntalan en la palmera, mis manos recorren tus nalgas y finalmente puedo alcanzar tu cuello con mis secos labios.
Bebo tu salada y apasionante sabia que no consigue saciarme, quiero más, necesito más. Mientras muerdo tu cuello mis manos juegan en tu parte más sagrada y arcana. Tus suspiros calientan mis oídos y encienden de pasión mi alma. Nuestros sexos finalmente se juntan y se colman de vigoroso y volcánico placer. Siento como me quemo, mi piel arde de pasión y mi corazón golpea frenético mi alma que abre las puertas del infierno.
No puedo soportarlo más, empiezo a perder de nuevo la razón, vuelvo a beber un poco de agua y me decido a levantarme de la cama. Encenderé el ordenador a ver si golpeando teclas me alejo de tu recuerdo y de este insoportable calor.