28 junio 2009

Un relato caliente


El ventilador mece el aire, un soplo de aire se desliza por mi espalda. La piel consigue una bocanada de aire fresco, algo que sabe a poco. El ardor de mi piel se apodera nuevamente de todo mi cuerpo. El sueño no me da el respiro que busco, la razón se debate semidesnuda y bañada en agua salada.


La mente empezar a colapsarse y aparecen palabras inconexas, sin verbos ni adjetivos sintaxisdesvanece necesitaraguabeboalivio... Recupero mis facultades y poco a poco la coherencia vuelve a mi mente que nada en las aguas de un oasis en mitad de un desierto.


Siento mi cuerpo húmedo, lleno de energía. Lamentablemente el pequeño charco se hace más pequeño a cada instante y decido salir antes de que la tierra que piso con la punta de mis pies se convierta en barro. El sol me contempla desde lo alto y haciendo reverencia no puedo devolverle la mirada.


Sin compasión el sol seca y broncea mi cuerpo, hasta que finalmente opto por buscar cobijo en la sombra de la palmera, es en ese momento y sin previo aviso cuando apareces tú.


Descaradamente una tela te protege de mi mirada, aunque no consigue esconder tu resuelta silueta. Lenta y decididamente te acercas a mí, tus manos se adelantan y se dirigen a mi rostro no sin antes dejar una ardiente caricia en mis pechos. Tus tiernos dedos recorren mis facciones y cuando cierro los ojos tus labios agitan los míos con ardiente deseo.


Siento tu piel completamente desnuda y no consigo recordar que pasó con tu olvidada tela. Finalmente mis brazos se deciden a acercarte más a mí y aún acalorándose mi cuerpo, mi mente necesita la droga que solo tú puedes otorgarle. Mi sudor se mezcla con el tuyo y siento deslizarse mis manos sobre tu espalda desnuda. Tus besos son constantes y sin tregua para el respiro nuestros cuerpos se sienten pegados, atraídos el uno por el otro en un baño de pasión incontrolable. Tus piernas me empujan y me apuntalan en la palmera, mis manos recorren tus nalgas y finalmente puedo alcanzar tu cuello con mis secos labios.


Bebo tu salada y apasionante sabia que no consigue saciarme, quiero más, necesito más. Mientras muerdo tu cuello mis manos juegan en tu parte más sagrada y arcana. Tus suspiros calientan mis oídos y encienden de pasión mi alma. Nuestros sexos finalmente se juntan y se colman de vigoroso y volcánico placer. Siento como me quemo, mi piel arde de pasión y mi corazón golpea frenético mi alma que abre las puertas del infierno.


No puedo soportarlo más, empiezo a perder de nuevo la razón, vuelvo a beber un poco de agua y me decido a levantarme de la cama. Encenderé el ordenador a ver si golpeando teclas me alejo de tu recuerdo y de este insoportable calor.



08 junio 2009

"Escaleras"

Aaaah!!. Aaaah!!. Se hunde una nuca en la almohada al mismo tiempo que le cambia el gesto. Suspira. Despierta, ya tristemente acostumbrado a estos amaneceres antes de la salida del astro rey, arquea la mano y repite el juego de adultos que decidió jugar desde niño. Repasa con las yemas ambos lados de la cara, como quien aprieta la mandíbula para sentir el hipnótico vaivén de la sien.

Estira el brazo para intentar alcanzar el reloj, reloj que nunca tuvo porque la idea del tiempo fue algo que hizo de actor secundario en los dos primeros actos de su vida, tormento y soledad. A mitad de camino, se olvida del objetivo principal y a tientas busca el pintalabios de ella. Resbala, le falla la muñeca, desespera, cae, llora.

Sangra y llora, casi a la vez...

Baja las escaleras medio vivo medio no. Dos cucuruchos de papel higiénico le inflan la nariz, como boxeador de tercer round. No sabe si sangra por el golpe de calor que le ha despertado el cuerpo o por el golpe contra el suelo que le ha despertado la mente. Él baja, sólo baja.

Pisa descalzo, el frío del mármol era casi lo único que lo unía a la tierra. Ve unas sombras de cuclillas que se fusionan en el ángulo muerto de la única luz que emitía el salón. Era rutina, no quería despertar a sus padres, ya muertos. Por fin llega a la cristalera de mamá, abre la puerta con sumo cuidado de no tener el valor suficiente para hacerlo y darse cuenta. Coge el costurero, limpia el costurero, abraza el costurero.

Sangra y llora, casi a la vez...

Da vueltas y piensa, tiene frío. Decide volver, asi que avanza desde el primer rellano. Él sube, sólo sube.
Una vez arriba, se sienta en el primer escalón. Orgulloso de su valentía, saca un pañuelo -usado- que encuentra dentro del costurero y con una media sonrisa describe esta situación. Lo deja a un lado. Revuelve dentro de los frascos llenos de recuerdos. Un botón de papá. Un carrete de hilo de mamá.

Instintivamente, ata el extremo del hilo al botón. Nudo doble. Y casi sin saber lo que está haciendo, deja rodar escaleras abajo el carrete de mamá.

Sangra y llora, casi a la vez...

"Son las 03:42 am y estoy escribiendo ésto porque algo me ha despertado. Ya estoy acostumbrado a estar desvelado antes del amanecer, pero eso no es lo importante ahora. Lo importante es saber qué es lo que me he encontrado. Un carrete vacío en el primer escalón de mi casa. El hilo al que está unido se pierde escaleras arriba y siempre le tuve miedo a lo desconocido - y a la oscuridad-. ¿Qué hago?".

Cambiamos el plano, la linealidad del relato, el final de la historia se difumina en todas las direcciones del espacio, porque cada escalón que sube él (yo) es un nivel en su (mi) subconsciente que debeis subir vosotros.

Piano de fondo.
- ¿Eres tú, inspiración?
Por supuesto que no, iluso.

Sube un escalón.

Su pintalabios de fondo.
- ¿Eres tú, amor?
Por supuesto que no, idiota.

Sube un escalón.

Su bandera de fondo.
- ¿Eres tú, orgullo?
Por supuesto que no, traidor.

Sube un escalón.

Tú de fondo.
- ¿Eres tú?
Por supuesto que...

06 junio 2009

GUITARRA DE MEDIANOCHE...






Guitarra de medianoche….

Seis cuerdas cruzan tu cuerpo
de madera repujada,
seis vírgenes anudadas
entre trastes y tornillos,
que cantarán con mis dedos
esquinas de madrugadas.

Verjas de hierro entreabiertas,
se asoman a las ventanas
escuchando conmovidas
el llanto de tus seis voces.

Tres se quejan llorando,
Las otras tres,… solo cantan.

Cuerpo de mujer valiente,
ciega de luz y de enaguas,
crispada de seda y brillos,
no quieres que llegue el alba.

Verjas de hierro que escuchan
indiscretas tus suspiros,
tres son graves, tres me llaman.

Estremecida la noche….
se durmió sobre la cama,
la luz no quiso escucharla.

Mañana cuando despiertes,
el sol quebrará tus ansias….


Desde Zuhaitz-Ondoan
- azpeitia -
6 de Junio de 2009