25 noviembre 2009
En el bolsillo de atrás
Siento utilizar una entrada para hacer publicidad de un blog, pero tengo la imperiosa necesidad de que sigais mis pasos en un nuevo blog desde el principio.
Me he aventurado, a pesar de saber que cuento con menos tiempo del que creía, a la creación de un nuevo blog. Se basa en una idea que me lleva rondando la cabeza mucho tiempo, se trata de una metáfora.
Una metáfora que no entendereis al principio pero que con el paso del tiempo ireis marcando la senda que sigue y así descubrir el final del camino.
Espero que os guste a todos, y por supuesto os invito a todos a pasaros por él y que me sigais a menudo... no dejaré de escribir en El blog de las letras, y no puedo sino daros las gracias una y otra vez.
Os espero.
P.D.:
http://www.enelbolsillodeatras.blogspot.com/
19 noviembre 2009
Lero Lero
07 noviembre 2009
El aullar de tus ojos
Llueve.
Cuenta la canción, que al lugar donde has sido feliz nunca debes tratar de volver.
Cuenta el refrán, que el cementerio está lleno de héroes.
Cuenta el cuento, que aquel que no prevé sufre las consecuencias.
Cuenta la leyenda, que yo alguna vez te quise de mentira.
Cuenta la historia, que este fragmento nunca acabó de escribirse por cuestiones de higiene.
"Caen sobre mis hombros y resbalan sobretodo abajo. Llueve. No, diluvia. Y no me mojo...
Ya no me sorprendo por nada, somos esa generación que hemos perdido por completo la capacidad de asombro. ¿Triste o ilimitar nuestras posibilidades?.
Quiero creer que se trata de la segunda opción, y es tan así que tengo la fe ciega en que tarde o temprano alcanzaré mis metas, mis retos personales. Sin embargo - aquí entra en acción mi pseudónimo "The but man" - estoy renunciando a tantas cosas por ello, que ya no me queda más yo.
Los ríos de ambición arrastraron con su corriente a mis ansias de solemnidad. Necesito una cura de humildad. Dos pasos. Dos pasos son los que va por delante mi cabeza respecto a mi cuerpo, cuerpo torpe, cuerpo malo.
..."
Cuentan las malas lenguas, que no murió sin recubrir tus relatos con esa fina capa de miel con la que se cubren los recuerdos muy pasados.
Cuentan las malas lenguas, que aquella mariposa que cazó para ti provocó huracanes de envidia.
Cuentan las malas lenguas, que murió sólo pero feliz.
Cuentan las malas lenguas, que el aullar de tus ojos mata a personas felices.
Ya no llueve.
17 agosto 2009
Tu presencia desaparecida
Desvarío con tu presencia y solo recordarte me envuelve en una espiral de deseo de la que intento escaparme con inútiles esfuerzos.
Cada esquina de mi vida, cada recoveco está lleno de tu presencia desaparecida, lleno de tu sabor y el dulzor de tus borrosas caricias por el tiempo casi desvanecidas.
Tu mirada me atormenta por la noche y las sábanas no me dan consuelo. El recuerdo de tu abrazo me calienta y me acuna en mis desvelos.
Poco a poco me adormezco sabiéndome solo en este mundo enloquecedor. Los segundos pasan sin estar a tu lado y la piel se me desgarra de saber que estoy abandonado. Mañana despierta un nuevo amanecer, el sol me agitará con sus rayos para volver al tormento de un nuevo día.
30 julio 2009
"Aquel chico..."
- "Aquel chico..." - respondió entre lágrimas que abrían surcos de suciedad en sus mejillas simétricas, ya secas. Habló sin pensárselo ni una vez, como quién actúa por venganza. Pura. Después, sin ni siquiera asomarse al abismo de saber las consecuencias que le acarrearía en el futuro, sentenció con su índice cruzando todo el patio hasta dar con una silueta en la lejanía. Yo. La silueta. En la lejanía.
Con esa instantánea comienza la historia real, o no, de mi nickname. Así me escondo de la cantidad de suicidios sin éxito -y con él- que han generado mis relatos. Así pongo un supuesto dueño a amores no correspondidos que rompen corazones incipientes. No soy yo, es él, es "aquel chico...".
Cuando tenía 10 años me enteré, sin querer queriendo, que no existían los reyes magos. Pero eso, ahora, no viene a cuento. A los 14 años, ya con unas cuantas frustraciones personales al hombro (como la de no saberme superhéroe -ni siquiera héroe a secas- o como la de darme cuenta que las chicas y los caramelos no son comparables) sí que podía afirmar con toda seguridad que sabía tratar a la gente. Quién dice tratar, dice maltratar; un pequeño matiz nomás.
Tuve especial predilección por las chicas. Já, las chicas. Fui como un virus nuevo: te avisan por todos los medios posibles, te explican sus efectos, desarrollan sistemas de defensa rudimentarios, incluso lo ves venir desde muy lejos; pero ni con esas -ni con otras-. Arrasé con todo lo que se me ponía por delante, era como un niño que se divierte jugando con la mente de los demás, pero sin el como. Después de meses de práctica infundada, depuré la técnica y conseguí utilizar mis skills para lograr objetivos específicos.
Ya no me andaba con tonterías, hice creer a una desprotegida que era adoptado y que mis falsos padres me habían enseñado que practicar sexo era sentarse uno al lado del otro y mirarse durante largas horas. Pisó el palito. Se ofreció voluntaria creyendo hacerme ver la "verdad" de la vida y así perdí la virginidad. A su amiga le juré que la primera había abusado de mí -ni sé de qué forma, ni me importa- y que emprendería acciones legales contra ella. Fui un descarrilado ante sus ojos y de tal modo rompió toda relación con la abusadora. Vivió un par de meses conmigo en su afán de sacar su lado más maternal. Luego, entendió.
Una tras otra, crearon un sinfín de mentiras piadosas y de juegos mentales y psicológicos y de conducta y de moral y de tantas otras cosas que no sé pronunciar. Hasta tal punto que ya no sabía si jugaba con ellas o ya jugaba contra mí mismo.
Me olvidé de todo porque me creía el rey del mundo. Suele pasar. Inventaba un mundo paralelo, lo envolvía para regalo, lo dejaba en el buzón de mi próxima víctima y casi por arte de magia, lograba todos mis propósitos -imagínense la calidad de propósitos que se puede tener con 16,17 y 18 años- cuando ella abría el florido paquete.
Qué feliz fui. Qué hijo de puta fui.
Ahora 30 de Julio de 2009 -lo admito, tengo la manía de poner la fecha- tengo 19 años bien cumplidos. Por escribir esto, llego tarde al colegio para recoger a mi hermano. Con las prisas me sobresalto al ver que algo no va bien. Una profesora -que siempre me mira al llegar- está junto a mi hermano pequeño que gimotea. Ella intenta consolarle pero, por lo visto, faltó a aquella clase cuando todavía era universitaria, es igual.
Me acerco y ya conociendo al pequeñajo, le consulto: "¿Quién fue?" -con una cara de enfado postiza-.
Él, sin pensárselo ni una vez, como quién actúa por venganza, me dijo sacando a relucir su minúsculo pero desafiante dedo índice: "Aquel chico...".
Freeze.
No sé si acabó sufriendo él las consecuencias o las acabé sufriendo yo. De hecho, he muerto tanto al ver los ojos de la silueta del supuesto agresor de mi hermano -por verme reflejado en él- que realmente me llego a plantear seriamente si aquella tarde de recreo en el colegio -no la suya sino la mía- fui yo el agresor o el pobre chivato que señala en la lejanía.
Necesito ayuda, necesito que esto se sume al historial de "Aquel chico...", no al humano detrás de él.
No lo pongan en mi cuenta personal... me arruinan la vida.
06 julio 2009
Un día más
Era una cálida mañana de verano, y de nuevo seguía con mi rutinario trabajo, como cada día. No podía quejarme de nada de mi presente vida. Una esposa comprensiva, una familia que me quería, una buena casa,… ¿Quizás me pudiera quejar de la pasada? Fantasmas del pasado siempre aparecen frente a tus ojos cuanto menos te lo esperas y es probable que uno con silueta femenina se hubiera cruzado anoche en mi camino.
La noche pasada, tras terminar el trabajo de cada día, como cada día recojo mis cosas y me dirijo al vagón del metro que me lleva a mi casa, como cada día. Me cruzo con cientos de personas de la aturrullada ciudad, con prisa por llegar a casa para no hacer nada, infelices por no saber cómo alcanzar la felicidad, como marionetas que se mueven con los hilos del estrés. Yo soy parte de ellos, me muevo como ellos, miro al suelo como ellos sólo por no ver mi tristeza reflejada en los vacíos ojos de un desconocido. De repente tropiezo y me siento avergonzado y enojado por haber roto la monótona armonía de almas en pena. De mi boca salen instantáneamente dos palabras, “lo siento”. Palabras que resonaron en mi cabeza mientras levantaba la vista del pavimento de celosía para terminar encontrándome con una larga melena negra como el azabache que giró rápidamente dando paso a un rostro rosado decorado con una sonrisa de luz tenue. Mi alma cayó en la profundidad de sus ojos y cuando estaba ya en el quinto infierno de Dante pude recuperar el aliento. Quien un día fue mi ángel era ahora mi verdugo. Ya había olvidado su cuerpo, ya había olvidado su roce y su aroma. ¿Por qué nuestros destinos habían vuelto a cruzarse? ¿Por qué me dolía el pecho? Su sonrisa se truncó, y mis disculpas se perdieron en el aire.
28 junio 2009
Un relato caliente
El ventilador mece el aire, un soplo de aire se desliza por mi espalda. La piel consigue una bocanada de aire fresco, algo que sabe a poco. El ardor de mi piel se apodera nuevamente de todo mi cuerpo. El sueño no me da el respiro que busco, la razón se debate semidesnuda y bañada en agua salada.
La mente empezar a colapsarse y aparecen palabras inconexas, sin verbos ni adjetivos sintaxisdesvanece necesitaraguabeboalivio... Recupero mis facultades y poco a poco la coherencia vuelve a mi mente que nada en las aguas de un oasis en mitad de un desierto.
Siento mi cuerpo húmedo, lleno de energía. Lamentablemente el pequeño charco se hace más pequeño a cada instante y decido salir antes de que la tierra que piso con la punta de mis pies se convierta en barro. El sol me contempla desde lo alto y haciendo reverencia no puedo devolverle la mirada.
Sin compasión el sol seca y broncea mi cuerpo, hasta que finalmente opto por buscar cobijo en la sombra de la palmera, es en ese momento y sin previo aviso cuando apareces tú.
Descaradamente una tela te protege de mi mirada, aunque no consigue esconder tu resuelta silueta. Lenta y decididamente te acercas a mí, tus manos se adelantan y se dirigen a mi rostro no sin antes dejar una ardiente caricia en mis pechos. Tus tiernos dedos recorren mis facciones y cuando cierro los ojos tus labios agitan los míos con ardiente deseo.
Siento tu piel completamente desnuda y no consigo recordar que pasó con tu olvidada tela. Finalmente mis brazos se deciden a acercarte más a mí y aún acalorándose mi cuerpo, mi mente necesita la droga que solo tú puedes otorgarle. Mi sudor se mezcla con el tuyo y siento deslizarse mis manos sobre tu espalda desnuda. Tus besos son constantes y sin tregua para el respiro nuestros cuerpos se sienten pegados, atraídos el uno por el otro en un baño de pasión incontrolable. Tus piernas me empujan y me apuntalan en la palmera, mis manos recorren tus nalgas y finalmente puedo alcanzar tu cuello con mis secos labios.
Bebo tu salada y apasionante sabia que no consigue saciarme, quiero más, necesito más. Mientras muerdo tu cuello mis manos juegan en tu parte más sagrada y arcana. Tus suspiros calientan mis oídos y encienden de pasión mi alma. Nuestros sexos finalmente se juntan y se colman de vigoroso y volcánico placer. Siento como me quemo, mi piel arde de pasión y mi corazón golpea frenético mi alma que abre las puertas del infierno.
No puedo soportarlo más, empiezo a perder de nuevo la razón, vuelvo a beber un poco de agua y me decido a levantarme de la cama. Encenderé el ordenador a ver si golpeando teclas me alejo de tu recuerdo y de este insoportable calor.
08 junio 2009
"Escaleras"
Estira el brazo para intentar alcanzar el reloj, reloj que nunca tuvo porque la idea del tiempo fue algo que hizo de actor secundario en los dos primeros actos de su vida, tormento y soledad. A mitad de camino, se olvida del objetivo principal y a tientas busca el pintalabios de ella. Resbala, le falla la muñeca, desespera, cae, llora.
Sangra y llora, casi a la vez...
Baja las escaleras medio vivo medio no. Dos cucuruchos de papel higiénico le inflan la nariz, como boxeador de tercer round. No sabe si sangra por el golpe de calor que le ha despertado el cuerpo o por el golpe contra el suelo que le ha despertado la mente. Él baja, sólo baja.
Pisa descalzo, el frío del mármol era casi lo único que lo unía a la tierra. Ve unas sombras de cuclillas que se fusionan en el ángulo muerto de la única luz que emitía el salón. Era rutina, no quería despertar a sus padres, ya muertos. Por fin llega a la cristalera de mamá, abre la puerta con sumo cuidado de no tener el valor suficiente para hacerlo y darse cuenta. Coge el costurero, limpia el costurero, abraza el costurero.
Sangra y llora, casi a la vez...
Da vueltas y piensa, tiene frío. Decide volver, asi que avanza desde el primer rellano. Él sube, sólo sube.
Una vez arriba, se sienta en el primer escalón. Orgulloso de su valentía, saca un pañuelo -usado- que encuentra dentro del costurero y con una media sonrisa describe esta situación. Lo deja a un lado. Revuelve dentro de los frascos llenos de recuerdos. Un botón de papá. Un carrete de hilo de mamá.
Instintivamente, ata el extremo del hilo al botón. Nudo doble. Y casi sin saber lo que está haciendo, deja rodar escaleras abajo el carrete de mamá.
Sangra y llora, casi a la vez...
"Son las 03:42 am y estoy escribiendo ésto porque algo me ha despertado. Ya estoy acostumbrado a estar desvelado antes del amanecer, pero eso no es lo importante ahora. Lo importante es saber qué es lo que me he encontrado. Un carrete vacío en el primer escalón de mi casa. El hilo al que está unido se pierde escaleras arriba y siempre le tuve miedo a lo desconocido - y a la oscuridad-. ¿Qué hago?".
Cambiamos el plano, la linealidad del relato, el final de la historia se difumina en todas las direcciones del espacio, porque cada escalón que sube él (yo) es un nivel en su (mi) subconsciente que debeis subir vosotros.
Piano de fondo.
- ¿Eres tú, inspiración?
Por supuesto que no, iluso.
Sube un escalón.
Su pintalabios de fondo.
- ¿Eres tú, amor?
Por supuesto que no, idiota.
Sube un escalón.
Su bandera de fondo.
- ¿Eres tú, orgullo?
Por supuesto que no, traidor.
Sube un escalón.
Tú de fondo.
- ¿Eres tú?
Por supuesto que...
06 junio 2009
GUITARRA DE MEDIANOCHE...
Guitarra de medianoche….
Seis cuerdas cruzan tu cuerpo
de madera repujada,
seis vírgenes anudadas
entre trastes y tornillos,
que cantarán con mis dedos
esquinas de madrugadas.
Verjas de hierro entreabiertas,
se asoman a las ventanas
escuchando conmovidas
el llanto de tus seis voces.
Tres se quejan llorando,
Las otras tres,… solo cantan.
Cuerpo de mujer valiente,
ciega de luz y de enaguas,
crispada de seda y brillos,
no quieres que llegue el alba.
Verjas de hierro que escuchan
indiscretas tus suspiros,
tres son graves, tres me llaman.
Estremecida la noche….
se durmió sobre la cama,
la luz no quiso escucharla.
Mañana cuando despiertes,
el sol quebrará tus ansias….
Desde Zuhaitz-Ondoan
- azpeitia -
6 de Junio de 2009
16 mayo 2009
¿Luna donde estás que no te encuentro?
En la oscuridad que me envuelve mando miradas perdidas a
Pasan los días y las noches. Le pido a las estrellas que te busquen y te digan que necesito tu presencia. Siento que la oscuridad me rodea y penetra.
Cada noche sucumbo a Morfeo y entre mis pesadillas miro al cielo y te observo, nunca te pierdes ninguno de mis sueños. Lentamente amanece y tu figura se desvanece con los primeros rayos del despiadado sol. Ya sólo me queda esperar a la noche y buscarte entre las estrellas.
Noche tras noche las estrellas me acompañan e iluminan. Pequeños astros misteriosos que me susurran palabras de olvido, caricias de deseo e iluminan una nueva senda que no había visto.
¿Luna donde estás que no te encuentro?
Juego con las estrellas, susurros, suspiros, pequeños mordiscos que me provocan recuerdos que poco a poco intento olvidar. Ida y venida; beso y caricia. Noche tras noche las estrellas me acompañan e iluminan.
Luna, no te busco, ni te espero, ya no te necesito. Quizá por la noche cuando bailes entre las estrellas te dedique una mirada y una tierna sonrisa, una mirada reprochándote tu ausencia y una sonrisa de alegría por haberte vuelto a encontrar.
26 marzo 2009
Incongruencias...
15 marzo 2009
"Are we guilty or are we victims?"
"Don't you see this is like build sand castles below the rain?. Those you know will disappear once and again.
Whatever. Please, don't get tired of swimming heading my coast...
The situation is cold as a funeral without people, as a life without witnesses. Things were done by chance long time ago, but now we have realized about each other's pride.
This link must change before we sink, i prefer to come back through the same paths that took us to this point.
It's just a game, a game without instructions. Something everybody know how to play it though we don't.
I'm (still) confused. To fight or not to fight: that is the question.
Let the time take its time, and let me think for a while if we are guilty or if we are victims...
...'cause, are we victims???."
09 marzo 2009
Adiós, Corazón...
En una despedida de final incierto te digo un adiós consternado por el devenir de los acontecimientos. El dolor que ahora siento deseo que sea escarcha que el verano mata, pues intento remediar un mal aún más perverso.
Un adiós es lo único que queda del derrumbe, un adiós de buenas intenciones y emotivos recuerdos. Una razón cargada de hechos y recientes argumentaciones quebró los sentimentales pilares que sostenían el amor que sentía. Una caricia mal querida, una palabra mal dicha, la decisión apenas valorada, el comentario que la sustentaba, la disparidad de caracteres, los sueños apenas inconexos.
Tu corazón y el mío, lo único que unió el tiempo. Tu piel y la mía, tus besos y mis besos. No tengo nada que reprochar, solo cosas que me reprochen. Tengo tiempo para olvidar y tiempo para recordarte de nuevo.
Mi corazón bombeando sentimientos alejados de toda razón, se despide con un adiós. Las decisiones de la razón han podido con los sentimientos del corazón. Un disparo tras otro el lento fusilamiento no ha impedido que del corazón saliesen dos palabras, “adiós corazón”.
04 febrero 2009
"Con sólo mirarte"
Sí, con tus aromas corporales...
Sí, con tu boca sonriente...
Sí, con tus manos cálidas...
Sí, con tu lengua traviesa...
Sí, con tus ojos soñadores...
Sí, con tu cuello de caricia grácil...
Sí, con tus labios ocres...
Sí, con tu andar como de despedida...
Sí, con tus extraños silencios...
Sí, con tu idea de la vida...
26 enero 2009
"El abuelo"
Después de una copiosa comida en el campamento base, partimos hacia la mayor aventura que jamás nos propusimos, escalar hasta la cima.
Jóvenes, vigorosos, llenos de motivación y cuatro mil metros de ambición por delante. Pensé en todo lo que iba dejando atrás (-debajo-) a medida que clavaba mis crampones en el hielo. Nos creímos capaz de todo. Ascendimos muchos metros en poco tiempo, pero éramos concientes de que no todo sería tan fácil..."
[...]
- Daniel, ve a ver qué le pasa al abuelo. Está llorando otra vez.
- Abuelo ?? Estás bien ??.
- No todo sería tan fácil...(se repetía tantas veces como la escasa respiración que le quedaba, le permitía) por qué me hice el valiente ??.
- Nada, mamá. Dice tonterías sin sentido, como siempre.
- No digas eso del abuelo, sabes que está enfermo.
- Ya, pero es que siempre llora por la famosa tarde de escalada esa.
- Nunca llegamos a saber qué pasó, pero según los médicos es probable que sólo sea un delirio a causa de la fuerte medicación. Mejor no preguntes.
El abuelo seguía llorando postrado en su silla, sin consuelo, mirando por el ventanuco de un séptimo piso apenas con luz. Minutos más tarde se quedaba dormido, cesan los llantos y las alucinaciones.
Esa misma noche, Daniel, desvelado, pensaba las palabras de su madre. Quería acabar con aquello de una vez y tuvo la facilidad de un imberbe para meterse donde no le llaman. Para creerse la solución de algo que llevaba tres generaciones sin resolverse.
- Daniel, haces algo hoy ??.
- No, mamá, si quieres me quedo cuidando al abuelo.
- Uy !! Qué te ha pasado !!?? Nunca te he visto así, tan predispuesto para ayudarme...
- Ya... jeje. (Sonreía evitando la mirada atenta de su madre).
- Acaso tienes una nueva amiguita que no conozca ??.
- No es eso mamá. Déjame en paz, que para una vez que te ayudo, no lo estropees... (empujando a su madre hacia la puerta).
- De acuerdo. Puessss me voy a trabajar. Llego a la hora de siempre. Si le pasa algo al abuelo, llámame.
La puerta se cerró al mismo tiempo que el viejo se giró mirando al crío. Esa mirada muda de no creerle capaz de hacer algo. Daniel, se alejaba por el pasillo, hacia la cocina.
Mientras se apagaban los pasos escaleras abajo, se oye desde el fondo la última indicación de su madre.
- Acuérdate de darle la cantidad justa de pastillas, sabes que sino se pone agresivo.
El chico no alcanzó a oirlo, aunque no hubiese acatado esa orden de todas formas.
- Abuelo, por qué tienes esa cara de miedo ??. Soy Daniel...
Dijo el nieto mientras estiraba el brazo para ofrecerle las pastillas del mediodía.
- Mamá me ha dicho que hoy son seis en vez de tres. (Mintió descaradamente, cuando el abuelo sí había oído a su hija).
El abuelo negaba en silencio, aterrado.
Finalmente se las hizo tragar a la fuerza.
- Abu, mírame. Cuéntame la historia de la escalada.
Comenzaron los delirios agudizados por la sobredosis. El jóven seguía creyendo que su plan triunfaría, sin embargo se palpaba la tragedia.
Ellos dos sólos, sentados cara a cara, en aquel habitáculo.
- Ahora no hablas, eh ??.
- No todo sería tan fácil...
- Sí, y ahora dirás que por qué te hiciste el valiente... pero cuéntame el resto.
- Descolgados a tres mil ochocientos cincuenta y seis metros por encima del nivel del mar, soporté todo su peso en mi brazo. Por qué me hice el valiente ??.
- Síííí, abuelo, sí. Que eso ya lo sé, pero continúa de una vez...
El pobre anciano dopado, perdió la mirada otra vez mientras narraba casi en trance.
- Una mala postura hizo que quedásemos colgados a merced de una simple cuerda. Yo, por encima de ella, intentaba pensar más rápido que el miedo y busqué alternativas. En vano.
[...] Después de una larga pausa, continuó.
- Ella, por falta de experiencia, cortó sin querer la soga que nos sujetaba a los dos. Un golpe seco de piolet. Tuve la habilidad suficiente para que antes de que se precipitase al vacío, coger su soga y rodearme el brazo con ella.
- ...
- Veinticuatro minutos aguanté sus sesenta y tres kilos de peso en mi brazo, oyendo el eco de sus gritos de desesperación...
- Otra vez no, Claudio. Deje de llorar ya, sea un hombre y cuente el final de la historia (dijo con frialdad el nieto, sabiendo que su madre no tardaría en llegar).
- Ves estas cicatrices, hijo ?? (Entre balbuceos sentenció el anciano, remangándose el brazo derecho). La cuerda me desgarró la carne produciéndome quemaduras. Es el precio de la imprudencia, del orgullo y de creerme capaz de todo.
- Descansa abuelo, la medicación hace estragos en ti. Deja de inventarte historias.
El viejo volvió en sí, enfurecido por aquellas palabras. Cogió con gran fuerza a Daniel por el cuello.
- No eras tú quién quería escuchar la historia ??. Todavía te queda la mejor parte... (los gritos escupían la cara de Daniel, atemorizado, sin el control de la situación).
- Esto no me gusta, Claudio.
El chico miraba perplejo el brazo de su abuelo.
- Sí, has acertado. Se me resbaló y cayó al vacío. Yo gritaba de ira, pero no sirvió de nada. Tampoco llegué a escuchar el ruido del golpe de su cuerpo contra las rocas del fondo. Sabes qué hice, Daniel ??. SABES QUÉ HICE ??? (seguía gritando mientras apretaba con más fuerza el cuello de su presa).
- Socorroooo !!! Socorroooo !!! (Gritaba el pobre Daniel invadido por el mal suceder de los acontecimientos, ya sin importarle la historia).
- Miré hacia abajo, con la esperanza de verla viva por última vez. Con la puta esperanza de verla viva. Y sabes lo que vi ??...
Daniel en un despiste del anciano, se zafó de sus manos y huyó escaleras abajo llorando a más no poder. Se escondió en casa de un amigo, agitado y queriendo olvidar todo aquello.
[...]
Se ve a la madre y al hijo, abrazados en plena calle mirando hacia arriba. La madre le pide explicaciones, el hijo no podía hacer otra cosa que llorar.
Ella no entendía, no entendía cómo pudo llegar a la situación de volver del trabajo y ver a su padre colgado de un séptimo piso con una soga de escalar al cuello. Peso plomo.
Él, traumado e inyectado de madurez, entendió qué fue lo que su abuelo vió al bajar la vista.
Ella creyó (-o quería creer-) que fue todo un accidente en el que Daniel se vió involucrado y no tenía nada que ver.
Él nunca más preguntó por aquella historia... nunca.
09 enero 2009
"Cama, sangre, olvido..."
Bebe del manantial de los recuerdos que caen en forma de sudor por un mal despertar.
Sospecha un grito ahogado en la oscuridad de su habitación,
intuye unas manos de sicario rodeándole el cuello.
Finalmente cede a la presión de la necesidad. Cae en el sueño profundo, abrazado al retrato que pone nombre propio a la lejanía recurrente.
Y cuando uno ama en la distancia, ama en la cama.
¡¡Muere!!, muere de una maldita vez en los tentáculos de Morpheo, y a cada instante genera impulsos de olvido sobre el blanco infinito de sábanas perdidas.
Blanco de nieve, copos que se funden al contacto del cristal. Afuera, la ventisca arrincona a las ramas desnudas.
Se vuelve a desvelar repentinamente. Un ruido de cristales rotos, el motivo.
No entiende, mira alrededor pero no ve el origen del estruendo.
Y cuando uno ama en la distancia, ama en la cama.
Rendido ya de cansancio y aturdido, se tiende como las plumas que esperan a que alguien se las lleve. Siente su presencia, pero desconfía de sus delirios provocados por el insomnio.
Él no sabe nada, nunca lo sabrá.
Una ráfaga de viento se cuela cada noche en su intimidad, llena su mirada de sombras. La parte derecha de la cama, donde ella solía dormir, impoluta y sin desordenar, acoge el frío de la ausencia.
Y cuando uno ama en la distancia, ama en la cama.
Pasan las horas igual que pasan las cosas que no tienen sentido.
Despierta.
Una mala noche, pero no hay tiempo de mirar atrás. Empieza el día con el pie derecho, pie que le sangra. El marco roto reposa sobre el suelo, indiferente. Los cristales se esparcen de forma arbitraria, algunos afortunados sienten el calor de la piel cortada.
Las perlas rojas caen con frecuencia, manchando un vacío en la moqueta. Se oyen alaridos quebrados. No sé si por el dolor de las heridas o por perder la foto.
Y cuando uno ama en la distancia, ama en la cama.
La foto de su retrato ya no estaba allí. Ya sólo quedaban regueros de sangre seca. Ese fue el día que supe que me olvidé de ella. Ya no existe. Porque en la vida hay personas que olvidan y olvidados.
Me duele más, muchísimo más, pertenecer al segundo grupo, que todos los cristales que me clavé aquella mañana intentando buscarte...